Localización geográfica del mítico cabo de Hornos
El cabo de Hornos es, posiblemente, el cabo geográfico más popular del mundo, además de ser uno de los más peligrosos. Está situado en una zona de intensos vientos, olas de grandes dimensiones e icebergs, elementos que no han impedido que este espectacular enclave haya sido desde épocas pretéritas un hito incuestionable y un paso ineludible de importantes rutas comerciales y aventureras por el mar.
El cabo de Hornos es el último accidente geográfico de sus características que podemos encontrar en la isla de Hornos, perteneciente a las islas Hermite, que forman parte del archipiélago de Tierra del Fuego, en el extremo más meridional de Chile. Indica la divisoria norte del Paso Drake, conecta los océanos Atlántico y Pacífico, separa el continente americano de la Antártida y en numerosos escritos aparece reflejado como el extremo más austral de Sudámerica, aseveración no del todo exacta, puesto que aún más al sur se encuentran las islas Diego Ramírez.
El nombre de este famoso cabo se debe a la ciudad holandesa de Hoorn. De hecho, fueron los holandeses los que que controlaron el tráfico marítimo en dicho enclave durante el siglo XVII, cuando la navegación se realizaba a vela. No obstante, hasta el cabo de Hornos habían llegado anteriormente el corsario y explorador Francis Drake en 1578 y el marino español Francisco de Hoces en 1525.
Podríamos decir que el cabo de hornos es para los marineros como la cima del Everest para los alpinistas. Es tan atractivo como peligroso y, en la actualidad, sigue siendo una de las rutas más rápidas de dar la vuelta al mundo.
El cabo de hornos también como mito meteorológico
Los fuertes vientos y los grandes oleajes que azotan las aguas del cabo de Hornos le han dado el sobrenombre de cementerio de barcos. En los últimos cuatro siglos, las temperaturas extremadamente bajas, la presencia de icebergs y las aguas agitadas que circundan a este cabo se han cobrado más de mil barcos y más de quince mil vidas humanas. Cruzar el cabo de Hornos en una embarcación de vela es considerado como un auténtico hito para todos los navegantes, y únicamente los marineros más atrevidos y aventureros, así como los amantes de las regatas más extremas, siguen probando su suerte.
Sin nada de tierra ni en dirección este ni oeste, los vientos occidentales soplan con una fuerza descomunal sin que haya nada que les frene, alcanzando hasta 50 nudos de velocidad. Aunque, entre la cordillera de la Antártida y los Andes, el viento incrementa su intensidad, superando, en muchas ocasiones, los 80 nudos. Estos vientos ocasionan intensos oleajes que chocan con las feroces corrientes que se generan en sentido contrario, debido a las grandes diferencias de profundidad entre los 6.000 metros de las aguas del Pacífico y los 400 metros que hay hacia el llamado Paso de Drake, ya en aguas del Atlántico.
Debido al sonido motivado por el viento al pasar por las jarcias de los barcos veleros, a los vientos que soplan a una altura de 40 grados de latitud sur se les conoce como los 40 rugientes, a los que se manifiestan a los 50 grados se les llama los 50 ondulantes, y los vientos que soplan en los 60 grados son los llamados 60 bramantes.
Recomendaciones para cruzar el cabo de Hornos
Sin duda, hay que hacer gala de un espíritu aventurero para atreverse a cumplir la hazaña de atravesar el cabo de hornos a bordo de una embarcación. Por supuesto, también es necesario disponer de un barco y un equipo técnico adecuado. En este sentido, resulta indispensable navegar con un barco velero que reúna las condiciones técnicas de construcción técnicas, de seguridad y de maniobra adecuadas para realizar una larga travesía por de aguas oceánicas. Los marinos expertos recomiendan, en este caso, un barco con estructura de aluminio, de 16 a 20 metros de eslora como mínimo, zona de gobierno bien protegida, quilla corrida, dos palos y dos motores. No obstante, las dotes y la pericia de los navegantes son aún más importantes.
Resulta fundamental conocer la embarcación al detalle, efectuando pruebas en el mar hasta controlar bien todos los equipos y las maniobras. Aparte de planificar debidamente la ruta de navegación, debemos comprobar si se han de realizar algunas modificaciones al barco, además de adquirir e instalar equipos de navegación y seguridad modernos, con especial atención en tener a disposición un completo equipo de primeros auxilios para solventar cualquier tipo de incidencia en alta mar. La comunicación también se antoja de vital importancia durante un periplo de estas características, por lo que es necesario tener la posibilidad de ponerse en contacto por teléfono vía satélite con cualquier servicio de emergencias.
Llegando a las proximidades del cabo de Hornos, la mayoría de navíos que viajan desde el este tratan de mantenerse lo más próximo posible a una latitud de 40 grados sur, con la idea de sortear los vientos más fuertes mientras rodean el cabo. No obstante, hay zonas en las que los barcos deben adentrarse necesariamente sobre aguas de 56 grados, en las que confluyen los vientos más fuertes, por lo que hay que extremar la precaución y mantener la calma.
Navegar por este mítico enclave marino es una de las experiencias más enriquecedoras que se pueden vivir a bordo de un barco. Al compartir tantos riesgos y superar diferentes avatares, aprendemos a ser más humildes y mas consecuentes, valorando más los momentos mágicos que nos regala la vida.