Rutas en velero por el Mediterráneo

En estos tiempos de pandemia en los que debemos prevenir contagios, surcar los mares a bordo de un velero se antoja una de las mejores opciones para evitar aglomeraciones en las playas. Y una de las mejores opciones para ello es a través de rutas en velero por el Mediterráneo.

Dejarse llevar para sentir que, en la primera virada, el ruido de las velas sacude todos los problemas. La brisa, el mar y el velero. Nada más. Pulmones y velas llenos de aire hacia un destino mucho mejor. En plena primavera, los días se alargan, se llenan de luz, y el mercurio empieza a subir suavemente. Es el mejor momento para planear las vacaciones de verano. Proponemos a continuación algunas rutas para disfrutar del mar y de unos paisajes de ensueño que enamorarán a cualquier poeta.

 

Ruta Barcelona- Maó- Alguer

Salimos del puerto de Barcelona con destino a Maó. 133 millas náuticas (mn) nos separan de nuestra primera parada. Se podría decir que Maó está casi a mitad de recorrido entre la península y Cerdeña. En el punto más oriental de toda España, aprovecharemos para visitar la capital de la isla menorquina. Nada más llegar nos acoge el sorprendente puerto natural de 6 km de longitud que cobija varias islas. Su situación geoestratégica explica que haya sido invadido por muchos pueblos distintos a lo largo de los años. Si la parada es entre el 6 y el 9 de septiembre podemos disfrutar del tradicional jaleo durante las Fiestas de Gracia. Si preferimos huir del gentío, las turquesas y cristalinas aguas de la isla hacen imposible resistirse a un baño.

Saliendo de Maó ponemos rumbo a Alguer, en Cerdeña. Recorreremos 189 millas náuticas hacia la también conocida como la Barceloneta sarda. La ciudad todavía conserva el catalán como lengua y sus rasgos arquitectónicos y urbanísticos recuerdan los territorios que formaron parte de la extinta Corona de Aragón. Un dato interesante es que a unas 7 mn antes de llegar a Alguer, la gran bahía de Porto Conte ofrece un refugio seguro ante todos los vientos.

Situada en el noroeste de Cerdeña, Alguer es un lugar donde descubrir múltiples y atractivas playas de aguas cristalinas y lugares de gran interés natural. Es muy relajante caminar por su ciudad amurallada de origen medieval, del siglo XII. No solo es interesante por su patrimonio arquitectónico sino porque tiene un gran legado cultural que fenicios, romanos, árabes, bizantinos y catalanes han imprimido a lo largo de la historia. La variada gastronomía de tradición marinera, como la paella algueresa, es digna de los paladares más exquisitos. Vale la pena navegar por esta zona, descubrir calas increíbles y respirar el aire marino de Cerdeña.
 

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Ruta Barcelona- Palamós- Cadaqués

Salimos de la ciudad condal, rumbo norte, para navegar por las maravillosas calas de la Costa Brava. Ponemos proa a Palamós. Aunque uno haya visitado en multitud de ocasiones la Costa Brava, nunca olvidará la primera vez que la aviste desde el mar. Además, siempre hay una cala o un pequeño pueblo por descubrir.

A babor, la costa catalana va experimentando cambios orográficos importantes. La tranquila costa del Maresme, da paso a los acantilados rocosos y furiosos que abarcan desde Blanes hasta Cadaqués, donde los Pirineos van a morir al mar. A estribor, el mar.

Después de 53 mn llegamos a Palamós. “La luz de Palamós es literalmente inefable. Los señores de la población toman el sol del paseo con un aire de plena e íntima satisfacción. Esta población —que es, de las de mi país, la que, si pudiera, escogería para vivir— tiene tres cosas únicas: la luz, la bahía y las puestas de sol vistas desde el faro o desde la plaza del Casino.”  Así describe la población Josep Pla en su famoso El cuaderno gris. La luz del mediterráneo brilla con fuerza en esta pequeña villa de pescadores que con los años se ha convertido en un importante puerto de cruceros. Un puerto en el que se recluyó Truman Capote para terminar en 1959 su famosa novela A Sangre fría.

Con su precioso paseo junto a la playa, sus calles y su actividad marinera, Palamós es famosa por sus extraordinarias y sabrosas gambas rojas. A los amantes del submarinismo, Palamós les sorprenderá con un impresionante barco alemán de la Segunda Guerra Mundial sumergido en sus aguas.

Con el estómago lleno, seguimos rumbo a Cadaqués, sin dejar de asombrarnos a babor por la descomunal belleza de las abruptas calas y los pueblos que vamos encontrando. La Costa Brava es un regalo a la vista y para los sentidos. No dejéis de ver Calella de Palafrugell, Llafranc, Tamariu, Begur, Pals, L’Estartit, les Illes Medes, Roses y, sobre todo, Cadaqués y Port de la Selva. Pueblos con encanto, espacios naturales protegidos, espíritu pescador, pequeñas calas que huelen a ginesta y a sal, ¿qué más se puede pedir?

Cadaqués es uno de los pueblos más bonitos de esta zona donde artistas reconocidos han llegado a sus costas atraídos por su belleza y encanto. Cadaqués es siempre una buena idea. La población estará siempre asociada a la genialidad de Salvador Dalí. El pintor ampurdanés se estableció de forma definitiva en Cadaqués, dando a este pueblo un reconocimiento mundial a través de sus obras.

A pocas millas más hacia el norte de Cadaqués nos encontramos el asombroso parque natural de Cap de Creus, con acantilados y calas salvajes, algunas solo accesibles desde el mar. Hay que tener una especial atención en el cuidado de la naturaleza y evitar el fondeo donde hay posidonia. El viento del norte, la tramontana es emblemático de esta zona y así lo dibuja su paisaje con rocas erosionadas caprichosamente por el viento. Aunque el mar se enfurece por el viento del norte, los días de tramontana son fríos, secos y claros.

 

Ruta Andratx- Ibiza- Formentera

Saldremos de la bonita localidad de Andratx ubicada al suroeste de Mallorca, una pequeña cala de contrastes entre sus casas y tiendas de lujo en la zona del puerto con la parte más tradicional, su mercado de productos frescos y zona más rural. La costa se caracteriza por grandes barrancos, pequeñas calas y cuatro islotes, uno de ellos es Sa Dragonera entre el cabo de Tramuntana y el cabo de Llebeig, donde se encuentra el faro que lleva el mismo nombre. Sa Dragonera fue utilizado a lo largo de la historia por corsarios y piratas.

Zarpamos hacia Ibiza, rumbo 180º. Conocida por la belleza de sus calas y playas, la calidad de sus aguas, sus exuberantes y divertidas noches interminables y las fiestas que atraen a numerosos turistas. Ibiza es magia, es belleza, color, fantasía y pasión.

El puerto de Ibiza tiene un buen acceso sea cual sea la condición meteorológica y ofrece un buen resguardo. Es mejor realizar una reserva previa y con bastante tiempo de antelación en temporada alta, ya que es difícil encontrar atraque y un poco caro.

Con el permiso de Cabrera, terminaremos nuestra ruta en la isla más pequeña de las Islas Baleares, en Formentera, ubicada al sur de Ibiza. A una distancia aproximada de 12 millas hasta el puerto de la Savina. Belleza salvaje de calas de arena blanca, y aguas color turquesa, donde se vive despacio al son del mar, puestas de sol increíbles, relax y arte. Es una de las islas más bonitas y paradisíacas del mundo, donde se imprimen recuerdos inolvidables. Las vacaciones terminarán, pero las sensaciones que dejan son eternas. Formentera es todo un bálsamo para el alma.

Formentera son 85 kilómetros cuadrados que se pueden descubrir también en bici o motocicleta de alquiler. Increíbles vistas desde el Faro de la Mola para ver el amanecer o el Cap de Barbería para ver el atardecer. Igual que ocurre con Ibiza, es necesario reservar con tiempo si se quiere amarrar en el Puerto de la Savina, aunque muchos barcos optan por fondear, siempre de manera responsable y respetando la posidonia.

Si esta es tu opción, los lugares ideales cuando sopla poniente son la isla de Espalmador, playa de Llevant (o tanga), Punta Prima y Racó de Sa Pujada.  En la otra parte de la isla, los lugares más clásicos para fondear son en Sa Torreta, El pas de s’espalmador, Illetes y Cala Saona.

 

Y es que los famosos versos de José de Espronceda ya nos transportan hacia el inmenso placer de navegar a vela.

“Navega, velero mío,

sin temor

que ni enemigo navío,

ni tormenta, ni bonanza

tu rumbo a torcer alcanza,

ni a sujetar tu valor”