¿Por qué no se hunden los barcos?

¿Qué relación mantiene la náutica, un seguro embarcaciones y la física? Estos tres sectores o disciplinas mantienen cierta relación directa con los barcos y, en mayor o menor medida, pueden ayudarnos a contestar a una pregunta clásica: ¿Por qué no se hunden los barcos?

Si bien es cierto que una de las principales garantías que te cubre cualquier seguro de embarcaciones es la pérdida total de la embarcación y la remoción de restos -el coste de sacar los restos del navío del agua y llevarlos a la superficie tras una embarrancada o bien la destrucción del barco a causa de una colisión y el pago del valor del barco debido a su naufragio- hay que tener en cuenta que no es nada habitual, pero las veces que ocurre el coste y disgusto para el propietario de la embarcación es enorme.

 

Probabilidad de hundimiento total de la embarcación

El hundimiento de un barco no es algo frecuente, eso lo sabemos todos y, por esa misma razón, una póliza de seguro embarcaciones con garantía de remoción de restos no supone una prima demasiado elevada. El incremento de prima incluyendo la garantía de pérdida total va a depender del valor de nuestra embarcación y de su antigüedad, aunque la tasa de recargo de prima aplicado habitualmente por la aseguradora no suele ser demasiado elevado.

Pero ¿por qué una piedra o incluso una roca o un teléfono móvil no flotan en el agua y por el contrario un barco, cuyo peso es muy superior, sí? ¿Os lo habéis preguntado? Probablemente sí, y en la mayoría de los casos ya sabéis la respuesta.
 

seguros náuticos

 

El Principio de Arquímedes para navegar seguros

La respuesta a esta inquietante pregunta es que los objetos no flotan dependiendo de su peso, sino de su densidad. La fabricación de un barco, pues, se basa en el principio de Arquímedes: “Sobre un cuerpo sumergido en un líquido actúa una fuerza de empuje (de abajo hacia arriba) igual al peso del líquido desalojado”.  Así, la relación entre el peso del objeto y el peso de agua que el mismo desplaza es el que permite a los seres humanos desplazarse por el medio marino y sin hundirse.

No obstante, no hemos terminado de explicar el proceso de flotación.  Continuemos. Cada vez que colocamos un objeto en el agua ocurren dos cosas. Por un lado, el agua experimenta una fuerza hacia arriba que intenta mantener a flote ese objeto. Por otro lado, desplaza agua que pesa mucho y favorece este proceso. El principio de Arquímedes, lo que dice en palabras más comprensibles, es que la fuerza flotante es igual al peso del agua que el objeto desplaza. De este modo, un barco es pesado pero el agua que mueve también lo es, pudiendo mantener la embarcación a flote.

A todo ello se suma además una forma eficiente de construcción. Si nos fijamos, los barcos no son un objeto sólido, sino que cuentan con aperturas y espacios vacíos por los que entra el aire. Todo ello hace que el peso de la embarcación sea mucho menor a la densidad del agua. Este equilibrio o flotabilidad se rompe en el momento en el que el aire del interior del casco de la embarcación se ve sustituido por la entrada de esa agua marina mucho más densa.

 

Seguro de embarcaciones para la pérdida total del barco

A partir de cierto volumen de agua, el barco pierde su flotabilidad y es en ese momento es en el que estaremos muy pendientes de si el seguro para embarcaciones que hemos contratado está bien hecho, incluyendo asistencia marítima, y si hemos recibido el asesoramiento correcto y necesario para no sufrir una pérdida económica muy importante.

La suma de la pérdida económica sufrida por el naufragio de la embarcación y los costes de la remoción de restos en el caso de que el barco quede varado en la costa, en las rocas, en un puerto deportivo, en una zona militar o incluso en una reserva natural pueden ser muy elevados.